Energy

Me pasaba la vida comparándome con otras mujeres, hasta que me encontré con mi depredador interior

No querer nuestro cuerpo

Primero pensaba que eran más guapas y que tenían un mejor cuerpo, siempre tendrían un mejor cuerpo.

Después aprendí a amar mi cara, mis mejillas rojas, mis ojos verdes, mis cejas perfiladas, mi nariz con los alerones grandes, mi pelo largo con algunas canas, mis pecas chiquitas, mis lunares salidos, mis pechos comosean, mi espalda clara, mi barriga variante, mi culo y caderas voluptuosas que siempre había odiado… Aprendí a amarlas. Mis piernas con celulitis y con estrías, y con pelos, mi sexo peludo, mis pies de hobbit, siempre sucios, y mi todo completa.

No querer nuestra mente, nuestras habilidades, nuestra intuición

Y en el segundo capítulo pensaba que las mujeres del mundo eran más inteligentes, más creativas, más artistas; que leían más, que tocaban mejor y más instrumentos que yo, que iban mejor en bici que yo, que hacían deportes, que tenían mucha más energía que yo para hacer más actividades, tomar mejores decisiones respecto sus vidas, que sabían más de la luna, de las plantas, de ellas mismas…

Pensaba que ellas habían vivido más que yo, que habían vivido historias de amor más auténticas y reales o habían tenido compañeros sentimentales que las valoraban más, muchas habían viajado más, sabían mejor cómo expresarse, eran más risueñas, eran más divertidas, con una energía más transparente; La mayoría tenían más poder, cantaban mejor, saltaban más alto… Llegué a creer que sus fotos eran mejores que las mías, que eran más sociables, que eran más científicas, que eran más pintoras, que eran más, más, más, más, más…

La pelea con el maldito fucking monstruus horribilis que habita mi cerebro

Y allí, aquí, cuando escribí este texto por primera vez, y cuando hoy lo retomé para releerlo y reescribirlo, me encontré con mi depredador interior, ese que dicen que toda mujer tiene, y sonrío porque vi que es más débil de lo que me imaginaba. Lo empecé a reconocer bien hace unas semanas y, aunque ya había reflexionado sobre él, aún no le había puesto cara.

Lo vi físicamente, es un monstruo feo y astuto, baboso, de color azul sangre de príncipe monárquico que habita en mi cerebro. Lo empecé a dibujar cuando alguien me recomendó leerme un capítulo de “mujeres que corren con los lobos” (que ya me había perseguido anteriormente y no le había parado atención). Como soy caótica e inestable, aún no terminé el capítulo para saborearlo, pero aquí mi niña chiquita sacó la espada de su armadura y empezó a pinchar al fucking monstruus horribilis que está allá enganchado como una garrapata sanguijuela.

Encontré en mis sueños que hay que decir basta, que hay que admirar, abrazar y amar a todas esas mujeres con quienes me he comparado para entender que somos distintas. Y eso solamente lo podremos hacer tomando estas espadas propias y buscando la fuerza y el coraje que hay en nosotras para enfrentarnos con el depredador. Que, amigas, sin nosotras no viviría, porque vive de nosotras, de nuestras mentes, ni él mismo tiene su propio corazón, ni músculos, ni órganos… Vive de nuestra autenticidad y de todas nuestras aptitudes brutalmente geniales.

Lo que sí tiene, el maldito, es un super gabinete de comunicaciones y marketing corporal que sabe exactamente cuándo despertarlo, cuándo sacarle la foto bonita, cuándo decirle “ahora que está débil, chuuuupale la sangreee”, ellos saben cuándo publicar esa foto en su Instagram de monstruo para vendernos eso que no es. Pero todo, amigas, es puro postureo. Y por muy buenos editores que tenga, amiguis, un día se le va a acabar la plata para pagarles un buen salario y, allí, habrá una huelga general de la hóstia y nuestra niña pequeña con su arma letal lo debilitará demasiado. Algo así tipo Voldemort.

Digámonos lo bueno, único, valiente y auténtico

“¡El patriarcado es un juez!”, ¿recuerdan? Digamos basta a compararnos, a perder el tiempo mirando perfiles en redes sociales que solo nos muestran la parte romántica de las personas. Digamos basta a pensar que hay mujeres que “son mejores que yo”. Parce, todas tenemos nuestra magia, todas tenemos historias a aprender y a enseñar. Y aquí les pido, por favor, sigan enseñándome y sigan aprendiendo. Sigamos entendiendo qué es eso que nos hace cómo somos, qué nos gusta y qué queremos arrojar al vacío.

Decidamos mejorar en lo que queremos, solamente porque queremos, porque nos apetece.

Recordémonos en qué somos buenas, admirémonos por eso que nos hace auténticas, aunque no siga los ideales personales, hagámonoslo saber, comprendamos que nunca seremos iguales y que todas tenemos aspectos que nos guían y nos hacen poderosas magas brujas.

Gracias por meterle coraje a la vida, aprender de las demás, abrazarte, decir que sí y decir que no cuando lo sientes. Y por permitirte caer, por permitirte estar mal, por aceptar que no podemos ni queremos ser perfectas. Seas quien seas, por mí, por ti, por nuestras abuelas, por nuestra madre, por nuestras tías, nuestras primas, nuestras amigas, nuestras hermanas, por todas: abramos los ojos, busquemos al depredador.

Cada uno es distinto, cada uno tiene diferente rostro y color, pero todos, todos, todos, viven de nosotras y en nosotras y, por lo tanto, solo depende de nosotras mismas debilitarlo sin piedad. Y si no podemos solas, pidamos ayuda.

Hoy eres más fuerte porque mi energía está en ti.

No late la transparencia

¿Hasta qué punto el orgullo ayuda a quererte? Ser consciente que vales mucho y no dejarte pisar caminando por esa línea del no-quieren-conocer-lo-desconocido-aunque-mole-a-montones-así-que-yo-no-seré-menos.

Siento que hay ondas de colores que reman por mi mente, se transforman en creaciones de empoderamiento y el orgullo sigue allí intacto sin querer irse, amarrado a esos remos y a cada arruga de mi cerebro. Tal vez hasta llegó al corazón.

¿Pero qué pasaría si un día decidiéramos que queremos pintar de color transparente nuestros rostros, nuestro cuerpo, caminar desnudos delante de ese desconocimiento? Delante, de-late, delátate (delátese), deléitate (deléitese).

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Tal vez, salvaje escondido en trapos nos saltaría a la yugular, nos destrozaría y acabaríamos sangrando en una esquina habiendo deseado ser como todos, callarnos lo que pensamos, sentimos, deseamos.

Aunque, tal vez, nos sorprenda y resulta que al final del infinito y más allá decide desnudarse a nuestro lado, acariciando pieles imperfectas, qué más da, todas lo son. Y hasta tal vez nos guste su particular olor, color de agua. Tal vez podría valer la pena. Quizás.

Mientras siga sin poder pagar de nuevo mi página web

Querer entender y no entender nada. Querer hablar y abrir la boca en vano. Querer nadar y que no haya mar. Querer abrazar y pensar y pensar y pensar y no querer más.

Mirar las nubes, las baldosas, las paredes pintadas de tonos amables y arrugados y empezar a comprender. Esbozar palabras, escalar una montaña, estirarte bajo un árbol e inspirar. Cerrar los ojos, olvidar la materia y gritar "¡Energía!".

Crear, probar, cagarla y respirar. Y no querer más, conseguir sin anhelar, exhalar todo el pulmón y ser huérfano de aire. Desprenderse del hielo que aparenta sábana. Agarrar una vela, incienso, tus muslos. Amar el perfume que nos ayuda a ser transparentemente cálidos.

Olvidar el vacío de tanto querer y de caminar apestando a frías rosas rojas brillantes disfrazadas de poetas que hablan sin sentir.

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ÉL Y YO DIEZ MINUTOS ANTES DE SUBIR A UN AUTOBÚS

Bajé la mirada y vi su pelo largo, recogido en una cola de caballo negra. Cabello color carbón, bastante enredado, para una persona pulcra podría haberse adjetivado estropajo. Después vi un arco y una flecha y me enamoré. No conseguía verle el rostro, pero sabía que ese niño era genial, tenía un aura de energía especial. Siempre he pensado que si tengo hijos, quiero que tengan un arco y una flecha. No sé muy bien por qué, no quiero que maten animales. Me clavó una flecha directa al corazón sin quererlo. Ni se dio cuenta, ni lo sabría nunca, pero esta es la historia de cómo mi órgano agujereado se está recuperando. O el cuento de cómo una flecha nos puede curar.

Creo que ya le quería demasiado antes de encontrarnos, me estoy leyendo a Galeano y su muy comprensible cólera contra la colonización en Latino América y él me recordó a uno de esos indios (en tamaño reducido) exterminados sin compasión.

El niño caminaba delante mío. Estaba claro que tampoco me iba a poner a correr hasta alcanzarlo, hubiera parecido demasiado loca. Aunque me encante hacer locuras, vamos a decir que la posibilidad a la mala interpretación habría sido bastante grande. Así fue como continué con la conversación que tenía con mi acompañante, intentando olvidarme de él. Pero creo que no se puede olvidar a alguien que te ha marcado en cierta medida, aunque no sepas muy bien porqué, aunque no haya una razón concreta. La razón para los que razonan. Así yo y mi sensibilidad inundamos el camino por donde paseamos día tras día, disfrutando también de ciertas pausas vacacionales sonrientes.

Tenía ocho años, tal vez siete. Y seguía caminando delante de mí hasta que desapareció. Tal vez iba a ser otro fugaz momento que se desvanece. De esos que unos minutos piensas que son importantes, que se quedarán contigo, en algún lugar dentro de ti, pero luego se marchitan, se pudren, se deshacen.

- cinco minutos más tarde -

Me crucé, de lejos, con una mirada de agua. Mejillas sucias de barro mezclado con lágrimas. Era él, miraba a la nada, con el arco y la flecha en la mano derecha y una botella en la izquierda, que tocaba su pequeño rostro presionando fuertemente en su mejilla. Era él ¿lo he dicho? Esta vez parecía más vulnerable, menos decidido, más húmedo. Pero era el mismo que unos minutos atrás se tatuó en mis ojos, permaneciendo allí un tiempo de esos largos que tal vez son cortos en la práctica pero a nosotros nos parecen eternos. Parecía tener un momento blando. Tal vez necesitaba que le diera la mano, o eso pensé.

Palabras de tranquilidad. Los sollozos continuaban, pero su mirada había cambiado un poco. La mano de una extraña tocó la suya. Se sorprendió, sin que esto me sorprenda, así que decidí dejarlo libre, volando en su mente y congelado en ese lugar. Y empezó a caminar a mi lado. Buscábamos.

Un segundo, dos segundos y tres. Me agarró de la mano. Me agarró muy fuerte, con una fuerza débil, con una fuerza de falta de amor. Hay veces que agarras a alguien tan fuerte que en ese preciso momento no podría irse aunque lo ayudaran cien soldados, pero en realidad lo agarras con una debilidad muy frágil, sabiendo que ese momento es fugaz, sabiendo que tarde o temprano se va a ir. Y bueno ¿tal vez esté exagerando demasiado? Me miró, se paró otro segundo y soltó un "gracias" entre lagrima y lagrima que no olvidaré en la vida. Tal vez des de su perspectiva mi cara podía ser descrita como la de alguien muy patético. No tengo claro como definirla, pero si existe tal cara seguramente así era la mía, aunque intentara disfrazarla y mostrar mi faceta más segura o protectora. Qué patética, también, la protección, ¿no? Es una forma egoísta de creernos fuertes cuando nos sentimos débiles. Dejemos que se protejan ellos mismos con sus arcos y sus flechas! Los arcos están cargados con mecanismos transmitidos por nosotros sutilmente pero también por autenticidades y seguridades reales que sirven más de escudo para ellos que nuestras manos grandes y arrugadas. Pero eso es otro tema.

Dimos una vuelta, agarrados de la mano, creo que él estaba sufriendo bastante, aunque un poco menos que antes, pero en el fondo yo estaba hasta disfrutando un poco de ese momento. Suena mal. De repente, me dejó y se fue corriendo. Me acordé de capítulos de mi pasado, casi soy yo la que empieza a llorar entonces. Pero no lloré. Había encontrado a su mamá. Al darse cuenta de la repentina fuga, miró hacia mi dirección sin haberlo meditado, buscándome entre la multitud que nos separaba, y no quiso haberme abandonado así. Encontró mis ojos y nos miramos. Su cara era de agradecimiento y perdón a la vez. Sonreí, de oreja a oreja, una sonrisa tan sincera como su previo llanto. Le dije adiós. Pensaba que tenía el corazón roto en otro pedacito: pedacitos de mundo, pedacitos de amores, pedacitos de vivencias que se curarán en Barcelona. Pero pensándolo bien creo que me lo curó un poco.

Sé que, en el fondo, ese pequeño y maravilloso humano de pelo negro y mirada profunda no necesitaba mi mano. Si en ese momento nadie se hubiera acercado a su arco, él hubiera encontrado su norte solo, estoy segura. Así que tal vez fue puro egoísmo para sentirme bien, aunque al menos ahora tengo el corazón un poco más cosido. En realidad creo que fue él quien me ayudó a mí. Me hubiera quedado agarrando su mano durante horas. Durante todo el viaje de soroche que me esperaba. Durante las próximas 12 horas que estaría sentada en un autobús, mirando por la ventana sin poder dormir cual novata en ese transporte, mientras todo el autobús roncaría entre frío, calor y el sonido de fondo de hombres gimiendo en incansables peleas de una película que sería para mi gusto una inversión de dinero demasiado innecesaria.

Lo bueno de todo aquello es que las heridas que nos hacemos se van curando en estos momentos. Momentos de compartir sentimientos, por lo simples que sean, por lo fugaces que parezcan. Momentos de espera que parecían muertos pero te llenan de vida.

Dar valor a una lágrima y a lo que significa 

Hace poco más de dos semanas volví a Catalunya. La intención era volver un mes, luego ir a Londres, luego volar a Lima. Poder sobrevivir en Inglaterra no ha sido fácil, tampoco lo fue ahorrar para ir a Perú y probablemente tampoco lo va a ser vivir allí.

Hace unos días hablaba con un amigo del choque que significa volver. De cómo me afecta o nos afecta el volver a los que aún no queremos regresar. O aunque queramos, si es que sabemos lo que queremos, supongo que también hay shock. Luego con los días relativizas, ya dicen eso de que el tiempo lo cura todo. Cada día que pasa te das cuenta que los momentos tristes mayoritariamente te los creas tu. Eso no significa que no tenga el derecho de estar triste, o que no tenga el derecho de desear más de lo que tengo, pero sí de ser consciente de que soy una suertuda.

Y hoy, pensando en esto, me puse a escribir y quedó así: 

 

Dar valor a una lágrima y a lo que significa

-

Hoy me caía una lágrima y me di cuenta

cuando se acercaba a mi barbilla

que daba gracias a la suerte.

A la suerte de tenerte.

A la suerte de poder andar descalza por las dunas playeras de mí pueblo.

A la suerte de poder mirar por la ventana a través de este cristal

y saber que la mayoría de riesgos en mi vida escogí agarrarlos yo.

Gracias a la suerte de poder ver como la luz y mis persianas juegan por las mañanas

y me regalan el reflejo del agua en el techo de mi habitación.

Mi lágrima da gracias a la suerte de vivir a diez minutos de una estación.

En esa estación hay un tren que pasa cada diez minutos

y que conduce una señora o un señor que me lleva a Barcelona

y hasta a veces en ese tren hay un músico que me alegra el viaje.

Gracias a la suerte de mi puto privilegio.

Y gracias también a mi privilegio que hace que sea consciente de mis desventajas y mis derechos.

Gracias A la suerte de poder permitirme escribir durante un mes sin tener que trabajar.

Y aún así, a veces, me quejo.

 

Ya acabo porqué no terminaría nunca.

 

Gracias a la suerte de poder respirar entre sonidos de pájaros,

de poder quemarme bajo un sol alucinante,

de poder congelar los momentos que desee,

de haber podido escoger estar aquí hoy.

Y gracias también a quien me ha enseñado a ser consciente de mi suerte.

Transparència

Intenta ser un vidre net,

no per la duresa, la barrera, la fredor,

sigues un tel transparent.

Que quan els que t'estimen et mirin als ulls

entenguin qui ets, què et passa,

i si no ho poden interpretar tot,

que parlant siguis aigua cristal·lina.

Pot ser et sentiràs vulnerable,

o et diran feble.

No és fàcil,

no et preocupis,

no t'aturis,

segueix avançant aigualit.

Aquesta és una de les poques maneres

d'ensenyar que no hi ha res a amagar,

d'acceptar que la perfecció és irreal,

d'ensenyar que estàs obert al canvi,

d'entendre que l'altra et pot fer millor,

encara que en molts aspectes ja siguis increïble.

I això només passarà a través de l'amor net,

també transparent, també aiguós.

 

No pateixis si a vegades les aigües

cauen per una cascada i a baix no hi veus clar,

només és espuma, aire que s'ha colat dins teu,

marxarà.

Fes l'esforç de tornar al corrent del riu,

encara que sigui un riu platejat (genialitat),

amb purpurina,

ple de fulles,

seguirà sent transparent i serà millor,

s'haurà sacsejat.

Segueix pel cabal amb qui puguis ser

l'autèntica i única aigua que ets.

waterfalls in Brighton sky

waterfalls in Brighton sky

El día que descubrí todo lo que mi corazón escondía

Me decían que tenía un corazón enorme

pero que a veces latía demasiado deprisa.

Y también me decían que a veces era demasiado ruidoso

o demasiado poderoso para mi mente.

Así que decidí investigar por mi misma:

cogí esas tijeras de metal que un día mi abuelo me regaló,

ya oxidadas por el paso del tiempo,

y abrí mi corazón.

Lo corté por la mitad literalmente

y empezaron a salir un montón de fantásticas maravillas:

había des de pájaros hasta caracolas de mar.

También había purpurina pegajosa, había libros, había una pluma estilográfica.

Mi corazón era como un pozo sin fondo.

Todo allí dentro era de un color rojizo

pero se distinguía exactamente cada forma.

Me fasciné a mí misma,

me fasciné tanto que me dio un ataque al corazón.

Y allí acabó todo,

me fui volando con uno de esos pájaros rojos.

Ahora no sé donde estoy

pero soy feliz

desde el día en que descubrí todo lo que mi corazón escondía.

self-portraits

Are self-portraits the real us?

What is the real us?

Why should I worry about the sunset, about showing you what I could witness that evening? Now what I am worried about is to be able to feel strong watching this sunset, because, trust me, it makes me feel small. We are small.

But actually is what I've learned from it. You and me are the same size, we just value the same. We are different, all right, and thank you, but no one is better than you and me. What they maybe are is more sure about themselves, and this is what I should worry about. Let's worry about who we are, let's find some answers, let's be proud of it and change what makes us feel bad. What we like, why people loves us, what makes us be incredible? I've found so many answers, trust me, just help me to remember them once in a while. Because we both are humans, and humans sometimes forget. Remember the reasons why are you where you are, why are you doing what you are doing right now. If you don't find so many, change. If you find them, even if your heart is divided, even if sometimes you feel unsure, just keep going, keep looking for more answers, keep walking, keep creating, keep climbing, keep helping, keep learning, keep loving.

spring dream

Tonight I've had a dream. I dreamed that you weren't free to climb that tree up to the moon. I've had a nightmare. You stopped caring about colors, about feelings. Hundreds of ropes were constraining all your body, and you were worried about what we used to call social conventions. You weren't worried about the relationship between the sun and the clouds. You were just worried about having reputation, being accepted, having a nice-face girlfriend. Prisoner of what you had thought you'd never be. I looked at you and I've seen your eyes stopped being bright. I tried to shout and I've felt ridiculous. You just didn't want to fight for anything coz you thought you were perfect. Then there was a noisy truck. I don't know why you started running behind it.

I've woken up at the top of the tree. Your dreadlocks touched my skin and I've realised you were still next to me, looking at the moon. ✏
 

Resistirem?

 

Perquè la vida que vaig escollir potser no era còmoda,

podria haver escollit l'amor proper,

podria haver escollit l'amor de matinada,

podria haver escollit tenir-vos a prop.

 

Però vaig escollir, i a vegades fins i tot oblido el motiu,

vaig escollir obrir les ales i descobrir.

Descobrir encara que hagués de ser sense tu,

i sense tu, i sense tu,

i amb tu per Skype,

i sense tu...

 

I tantes decisions de sense tus, quan havíem pensat que aquell cop sí,

i tantes decisions de sense tus, quan creia que tu no marxaries,

i no parlo de quelcom tangible, parlo d'un no-marxar més enllà, d'un ser-hi sempre.

 

Però cada dia entenc més, sense voler entendre-ho, resistint-m'hi,

que aquell no escollir quedar-me

va ser escollir que l'única certesa eterna fos jo mateixa.

I Òstia, quina por!

Jo és que sóc col·lectiva.

Resistirem?

 

Que hi siguem sempre,

fins que un sense tu ens aturi els batecs.

Creation, creation, peaceinspiration

London has become my exit, escape. A place where I can think about my madness (about my mind, i meant...).

Walking in a park, surrounded by four walls, next to Regents canal or drinking a coffee with a friend, London has become my utopia.

London has become a double rainbow that gets off my mind. In this impersonal big city I have found love, I have found chaos, inspiration and dreams. And is here where I have realized about the power of my mind.

December. I have just found peace in London. Why? Because, after a while, there is only peace in my chaotic mind. 

Is important where we are, but is more important how we find ourselves there.