"Estudiar, trabajar y luchar"

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Niñas, niños y adolescentes trabajadores en Lima: su visión frente a la percepción global

Después de salir del colegio, Angel llega a su casa y agarra su skate, su balón, su tabla de surf o un autobús. A menudo sube al carro a trabajar, y es allí donde con su zampoña, su güiro (instrumentos de viento y percusión) y su don de gentes, consigue algo de dinero mientras acompaña con su música a las personas en movimiento en los infinitos autobuses limeños. "No me gustan las rutinas", dice, y es por eso que aprendió a compaginar todas estas actividades que le permiten vivir cambiante y feliz. Angel, además, es delegado del Movimiento de Niñas, Niños y Adolescentes Trabajadores Organizados del Perú (el MNNATSOP). 

Según la última Encuesta Nacional Especializada en Trabajo Infantil (2015), en Perú hay aproximadamente 2 millones de niñas, niños y adolescentes trabajadores. Esta consulta realizada por el Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo del país y la Organización Internacional del Trabajo (OIT), destaca que el 26% de la niñez ha realizado alguna actividad económica. La misma encuesta expone que los motivos por los que existe la niñez trabajadora son el de complementar el ingreso familiar (27%), adquirir habilidades (19,8%) y ayudar en el negocio familiar (18,3%), entre otros. A pesar de la generalizada percepción negativa del trabajo infantil, existen también niñas, niños y adolescentes trabajadores (NNATS) organizados en movimientos o asociaciones que no son visibilizados normalmente. Algunos de estos movimientos son el MNNATSOP, con unos 8.000 NNATS afiliados en todo el Perú; el MANTHOC (Movimiento de Adolescentes, Niñas y niños Trabajadores Hijos de Obreros Cristianos), que engloba también a miles de niñxs; o ATO COLIBRÍ, una organización más local que llega a apoyar y dar trabajo a un centenar de adolescentes del barrio de La Victoria en Lima.     

Frente a las cifras nacionales de niñas, niños y adolescentes trabajadores que parecen ser similares en distintos países 'en vías de desarrollo', la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y otras organizaciones internacionales, así como también en este caso el Gobierno de Perú, tienen un discurso de protección de la infancia que pasa por la voluntad de erradicar a la larga todo tipo de trabajo realizado por niñas, niños y adolescentes. La OIT diferencia entre 'child work' y 'child labour' (conceptos que no se distinguen en español) y condena el último, que define como 'todo trabajo que priva a los niños de su niñez, su potencial y su dignidad, y que es perjudicial para su desarrollo físico y psicológico'. En la teoría, desde la OIT se acepta que no todo trabajo infantil está incluido en la definición de 'child labour'. Sin embargo, en la práctica, Angel explica que existe una percepción social generalizada que ve como necesidad para el desarrollo el hecho de que no exista ningún tipo de trabajo infantil y adolescente. "Nuestro gobierno y sociedad solo escuchan a la OIT y eso nos afecta a todos, no ayuda a todas las niñas y niños trabajadores", enfatiza Angel. Cuenta que la población no es consciente de si el trabajo afecta negativamente o no a una niña o niño trabajador si no conoce cada caso en particular, y cree que el punto de mira debería estar en la protección.

Israel Rivera, psicólogo y también colaborador del MNNATSOP, explica que las normativas nacionales e internacionales tienen como consecuencia la criminalización diaria de las niñas, niños y adolescentes en las calles, donde se discrimina el trabajo que ejercen muchos menores de edad sin matizar. Él empezó trabajando de pequeño en Huancavelica (región en la sierra peruana), donde ayudaba en la bodega familiar y vendía periódicos en las calles, entre otros. Por aquel entonces, no había una percepción negativa generalizada en el país sobre la niñez trabajadora, y él disfrutaba de su condición como sus otros hermanos. Su padre le repetía una frase y lema vital que llevó consigo a Lima y que ahora tiene una fuerza especial para él: "estudiar, trabajar y luchar".

Aunque el tiempo ha pasado, Israel sigue creyendo que la identidad de su país está en las personas, su cultura y tradición, y concibe que las niñas, niños y adolescentes que trabajan por su propia voluntad forman parte de esta realidad e identidad peruana. Igualmente, es consciente de que también existen situaciones de trabajo infantil no deseadas, pero reitera que no se detectan o disminuyen con las políticas actuales, ya que estas afectan de una manera u otra a toda la niñez trabajadora sin diferenciar.

 

¿Qué preocupa más, la edad o la dignidad laboral?

Angel empezó vendiendo dulces en las calles de su barrio, como muchos niños que trabajan diariamente en Lima, pero no le gustaba el trabajo y no se sentía realizado. "Lo que diferencia el trabajo que debería ser aceptado, el que no y la explotación, es la dignidad", sentencia. Eso significa que el trabajo es una actividad con la que "te sientes bien, donde te tratan bien y donde te sientes protegido y orgulloso". Angel reflexiona sobre cómo históricamente ha existido la esclavitud, es consciente del pasado de su país y recuerda con tristeza épocas de colonización.

"Ahora hemos pasado de hablar de esclavitud o explotación a hablar de malas condiciones de trabajo", sin embargo para él lo último es la evolución de lo primero. "El hecho de que alguien no se sienta digno de su trabajo no entiende de edad", para Angel el problema no es cuestión de los años que tiene si no del trato que recibe el trabajador y de cómo se siente realizando su trabajo. Según el MNNATSOP, la explotación laboral de menores no se resuelve fijando una edad o queriendo eliminar la totalidad del trabajo infantil, ya que este está muy relacionado con su cultura, tradición y identidad.

Actualmente en Perú, trabajar es ilegal para los menores de 14 años (a partir de esta edad se pueden trabajar 4 horas diarias, y de los 15 a los 17, 6 horas). Esta normativa se creó aceptando las sugerencias del Convenio sobre la Edad Mínima de la OIT, (No. 138, OIT, 1973) que el Perú ratificó el 13 de noviembre de 2012. Este Convenio declara que la edad para empezar a trabajar debería ser de 15 años, con excepción de los países cuya economía y educación no estén suficientemente desarrolladas. En Perú, según la OIT, la edad permitida podría ser de 14 años (hasta llegar a 12 y 13 para trabajos ligeros).

La Estrategia Nacional para la Prevención y Erradicación del Trabajo Infantil 2012 - 2021" que ha adoptado el Estado Peruano dice buscar "el interés superior del niño". Esta Estrategia (creada en el marco del "Plan Nacional de Acción por la Infancia y la Adolescencia 2012-2021") busca erradicar para 2021 todo tipo de trabajo infantil por debajo de los 14 años. El tercer objetivo en las acciones de esta Estrategia manifiesta la meta de "reducir la tolerancia social al trabajo infantil" como vía para la eliminación de este.

Katy tiene 12 años y una tienda pequeña donde vende útiles escolares. Su sonrisa y energía son lo único que necesita para vender. Trabaja cuando tiene tiempo, en sus ratos libres después de estudiar. Ella forma parte del MANTHOC (Movimiento de Adolescentes, Niñas y Niños Trabajadores Hijos de Obreros Cristianos), y allí pasa el tiempo haciendo sus tareas y compartiendo juegos o conversando con sus compañeros. Ella empezó vendiendo a conocidos o al salir de la escuela, "me vino la motivación de vender, me agradaba vender, me hacía sentir bien porque podía ganar mi dinero por mi propia cuenta y aportar a mi familia". Katy también se queja de que la gente no conoce su realidad, "algunas veces trabajamos para ayudar a nuestros padres y poder mantener mejor la casa, pero otras veces también lo hacemos por nosotros mismos", explica. Cuenta que en el MANTHOC hablan con los responsables de cada niña y niño para darse cuenta de que trabajan con derechos y en buenas condiciones. "Poner una edad mínima no sirve", sigue diciendo entre sonrisa y sonrisa, "hay gente que ve a un amigo mío que tiene 7 años y puede pensar que está explotado, pero en realidad él solo ayuda a su familia y no lo obligan, trabaja porque quiere y se lo pasa bien".

Aspectos negativos y positivos del trabajo según las niñas, niños y adolescentes organizados

Según la Encuesta Nacional Especializada en Trabajo Infantil, el promedio de tiempo que trabajan la niñez en el Perú es de 14 horas y 19 minutos semanales. En 2015, la diferencia de asistencia y rendimiento escolar de niñas, niños y adolescentes que no trabajan ante los que sí lo hacen es de 3.5 puntos porcentuales, siendo así el 93% de los trabajadores los que asisten a la escuela (en contraposición a las niñas, niños y adolescentes que no trabajan, que asisten un 96.5%). Aunque el Estado parece rígido en su plan de admitir que la solución es la erradicación del trabajo infantil, la realidad que se percibe en el país está lejos de conseguir la eliminación. Así pues, las niñas, niños y adolescentes trabajadores organizados se quejan de que, debido a sugerencias institucionales, globales y descontextualizadas, todo tipo de trabajo infantil y adolescente es percibido como negativo por la sociedad. Desde el MNNATSOP explican que la realidad peruana es muy distinta a la de otros contextos, sobre todo a los países occidentales desarrollados.

Angel se sincera cuando se define como un niño que no "nació en cuna de oro". Es consciente de que existe la explotación infantil en Perú y cree que se debe combatir, aunque explica que es necesario hacer saber que hay muchos trabajadores que no están siendo explotados. Él, actualmente, se siente muy orgulloso de saber que puede ganar un poco de dinero con la música. Al igual que Katy que, como hoy no tiene otras tareas, decide que va a montar su 'mini-librería', como la bautizó ella, fuera de las puertas del MANTHOC. Algunos de sus compañeros la ayudan a preparar el negocio. Una de ellas es Soledad, de 10 años, que con una energía incansable y su chaqueta rosa, organiza junto a Katy los utensilios en la mesa. Ella también estudia, juega y trabaja. Soledad a veces hace de niñera y cuenta que es feliz ayudando a su amiga en la tienda. Las dos, junto con otros compañeros, también cocinan usualmente para ganar dinero y seguir organizando actividades con el Movimiento. Esto, dicen, 'también es trabajo', al fin y al cabo es una actividad económica.

"Yo sé que hay muchos niñas y niños que están siendo explotados y me siento mal por ellos, pero a mí trabajar me hace sentir bien y útil". Estas palabras son las de Andreí, un niño alto y bromista que trabaja porque quiere y también para ayudar a su familia. Andreí recicla plástico por las calles de su barrio cada mañana antes de ir a la escuela. Tiene 11 años y explica que también es profesor de natación mientras enseña sus medallas con orgullo. Después de corretear por los callejones, el sábado venderá el plástico que ha recolectado durante la semana y dará el dinero a su madre o se lo guardará para ahorrarlo.

"El trabajo es un valor, no solo tiene que relacionarse con el dinero, a lo contrario de lo se potencia ahora", comenta Israel. Habla de la percepción social y de que la población no diferencia entre ayuda, trabajo y explotación. Percibe que la posición gubernamental de represión no ayuda a mejorar la realidad, sino que simplemente afecta negativamente a los menores. Habla, por ejemplo, de que muchos niegan su propia condición de trabajadores para protegerse, y eso afecta a su personalidad y autoestima. Sin embargo, tanto en el MNNATSOP como en el MANTHOC, así como también en el MOLACNATS (Movimiento Latinoamericano de NATS), los niños debaten como les afecta su trabajo, también siendo acompañados por adultos.

"Un día, cuando algunos nos veían vender nos decían "ay pobre niña, ¿por qué no la mandan a jugar a su casa o al colegio? insultándonos por hacer eso", recuerda Katy, "pero no les deberíamos dar pena, nuestro trabajo es digno. Tienen que colaborar por las ganas que tenemos de hacerlo, no por pena". Ella razona sobre que "la diferencia entre trabajo y explotación no es el dinero, es el tiempo invertido, la rutina, la calidad y si te gusta o no te gusta".

Elías, de 17 años, forma parte de Ato Colibrí, un grupo de adolescentes y jóvenes organizados en el barrio de La Victoria, en Lima. Todos ellos trabajan cargando y descargando en el mercado de frutas, y la mayoría combina la chamba con los estudios. Con ganas de que pronto se organice el próximo partido de futbol con el grupo de amigos, Elías explica que al principio la adaptación en el mercado fue complicada. Sin embargo, habla de que poco a poco ha ido aprendiendo y enumera los factores positivos que le ha aportado a su vida poder trabajar en Ato. El principal, poder estar junto a amigos y aprender a trabajar en equipo, porque "la unión hace la fuerza", dice. También menciona que ha aprendido a conocer sus responsabilidades y a ahorrar. Su colega Rubén, que ya tiene 19 años, se ríe junto a Elías mientras narran sus historias de superación y piensan en ambiciones laborales futuras. Saben que para lograr sus metas tendrán que trabajar duro para formarse y cuentan que en Ato Colibrí si no aprueban en el colegio no les dejan seguir trabajando. Remigio, coordinador de la organización y sociólogo, les hace un seguimiento. Este apoyo, junto al de los compañeros, ayuda a Elías a despertarse cada día para ir al Ato o al colegio: "Trabajas con iguales y te sientes bien, nos comprendemos entre todos porque vivimos situaciones similares", termina.

"Trabajar me hace perder la vergüenza frente al público", explica Pool. Tiene 12 años, estudia y trabaja en el mercado del barrio vendiendo llaveros, donde también se encuentra la tienda de su abuela. Pool explica que en un futuro quiere ser ingeniero tecnológico, ya que le fascinaría poder trabajar con ordenadores. Pool también asiste cada sábado a la asamblea del MANTHOC, donde junto a sus compañeros debaten y opinan sobre las situaciones que les preocupan. Los temas de la reunión son variados, des de situaciones personales vividas a realidades más generales de su país. Esta semana, por ejemplo, hablan de la huelga general de profesores y de su posicionamiento de apoyo al movimiento. Otra de las noticias que introduce una de las adolescentes es la del asesinato que ha sufrido una chica en su ciudad por razones de género, entre todos conversan sobre feminicidios y concluyen que algunos asistirán a la marcha organizada en Lima con el lema 'Ni una menos' en contra de la violencia de género. Sin embargo, esta vez no irán como movimiento, ya que con madurez consideran que no lo han planeado con antelación y les gusta organizarse con tiempo. Para Angel, Katy, Soledad, Andreí y Pool el trabajo los ayuda a desarrollarse como personas y profesionales, a ganar habilidades y a sentirse capaces. 

¿Qué reclaman las niñas, niños y adolescentes trabajadores organizados en Lima?

Sentado en la plaza San Martín, Israel Rivera reflexiona sobre el futuro de los niños trabajadores. Este es un lugar simbólico para "los niños de la calle" del país. En época del conflicto armado interno (CAI) en Perú, la plaza fue hogar para muchos niños que sobrevivían trabajando entre el incesante tráfico limeño. Israel recuerda la represión que muchos sufrieron por parte del Estado fujimorista, hasta que algunos fueron acogidos en 1990 en casa Generación, actualmente la casa hogar donde él trabaja como psicólogo.

Israel sigue hablando de represión, aunque actualmente tenga forma de discriminación social o policial. Por ello, él considera que las políticas del Estado no están a favor del interés superior del menor como muchos predican y cree que lo que se debería hacer es escuchar a las niñas, niños y adolescentes trabajadores para saber cómo se sienten. En noviembre de 2017, la OIT ha organizado la IV Conferencia Mundial sobre la Erradicación Sostenida del Trabajo Infantil en Buenos Aires, Argentina. Tanto en esta como en las anteriores conferencias, el Movimiento Latinoamericano y del Caribe de Niñas, Niños y Adolescentes Trabajadores no ha recibido invitación para participar ya que no es reconocido como sindicato y no puede alzar la voz por las vías oficiales.

"A alguien que quiere erradicar el trabajo infantil en general le diría que muchos trabajamos por necesidad, y que no sabe, no conoce o no entiende nuestra realidad", explica Elías de Ato Colibrí. El adolescente propone que se busquen vías de apoyo y reducción de necesidades ya que "cómo uno se siente depende del apoyo que uno tiene", y no promocionar que se vea "de mala manera". Angel, con su zampoña en mano, considera que hay muchas acciones con las que el gobierno y organizaciones podrían ayudar. Por ejemplo, la de "promover la protección, pero motivar a que sigamos trabajando organizados para salir adelante en vez de juzgar nuestra realidad de manera general". Cuenta que en el MNNATSOP "lo que queremos es llegar a un sociedad más justa, donde se ejerzan los derechos de los niños" y añade que "en un mundo correcto nos dejarían trabajar, así como nosotros dejamos hacerlo a los adultos, porque nos gusta trabajar para desarrollarnos".

En el MANTHOC, Pool está sentado en una mesa con su plato de comida. Él cree que "tienen que preguntar a los niños, mirando cómo les afecta su trabajo" y dice que, si así fuera, él explicaría que su trabajo "es mi esfuerzo y yo lo quiero hacer, es mi decisión y no me cuesta tanto vender llaveros".

Viajando a San Bartolo, al sur de Lima, el paisaje cambia radicalmente. Al bajar del bus se respira un aire diferente, más pausado, más marítimo. Allí Angel explica que de mayor quisiera ser futbolista, o tal vez estudiar derecho para defender a las demás personas. Cuenta que "no todo lo que nos gusta lo podemos hacer fácilmente, hay muchos obstáculos en la vida", pero sin perder su humor e incansable energía dice que la lucha vale la pena y que él defiende a los niños trabajadores para mantener su dignidad.

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