After the floods, Lambayeque
A unas 10 horas en autobús al Norte de Lima se llega a Chiclayo (Lambayeque, Perú). Trujillo aparece cuatro horas más tarde dirección Este. La primera, caótica y costera, la segunda, sorprendentemente ordenada y colorida. Des de las dos ciudades, conociendo los inmemorables caminos a recorrer en carros, vans y moto taxis, se llega a distintas comunidades que fueron afectadas por el fenómeno natural El Niño Costero, que perjudicó diferentes zonas del país de Enero a Marzo de 2017. Las lluvias y desbordes de los ríos fueron la causa de importantes inundaciones que destrozaron viviendas, chacras (campos) y terrenos. Aún afectadas por estos sucesos, las regiones de Lambayeque y La Libertad siguen declaradas en Estado de Emergencia después de cuatro meses. También Piura.
Conociendo a las vecinas y vecinos de distintos sectores (pueblos pequeños o comunidades vecinales), se respira un aire de incertidumbre, optimismo y lucha. Las niñas y niños juegan fuera de las casas de madera (triplay) o calamina, dibujan en la arena o corretean bajo el sol. Los más mayores invierten las horas conversando en grupo, donde pueden hablar sobre el tiempo o sobre sus nietos. Parece que hay cosas que no deben cambiar. El espíritu de lucha está en cada momento de rutina, en cada acto diario de resistencia. La organización colectiva y la generosidad son parte de estos.
A pesar de esta lucha, a algunas les preocupa la falta de trabajo, la escasez de recursos para volver a alzar cuatro paredes o el disminuyente compromiso de una sociedad desigual y tal vez cansada. No obstante, hay consciencia de la movilización ciudadana que empezó con fuerza en Marzo. Vecinas, organizaciones e instituciones han estado presentes y siguen desarrollando proyectos humanitarios con fines de reconstrucción.