Hace poco más de dos semanas volví a Catalunya. La intención era volver un mes, luego ir a Londres, luego volar a Lima. Poder sobrevivir en Inglaterra no ha sido fácil, tampoco lo fue ahorrar para ir a Perú y probablemente tampoco lo va a ser vivir allí.
Hace unos días hablaba con un amigo del choque que significa volver. De cómo me afecta o nos afecta el volver a los que aún no queremos regresar. O aunque queramos, si es que sabemos lo que queremos, supongo que también hay shock. Luego con los días relativizas, ya dicen eso de que el tiempo lo cura todo. Cada día que pasa te das cuenta que los momentos tristes mayoritariamente te los creas tu. Eso no significa que no tenga el derecho de estar triste, o que no tenga el derecho de desear más de lo que tengo, pero sí de ser consciente de que soy una suertuda.
Y hoy, pensando en esto, me puse a escribir y quedó así:
Dar valor a una lágrima y a lo que significa
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Hoy me caía una lágrima y me di cuenta
cuando se acercaba a mi barbilla
que daba gracias a la suerte.
A la suerte de tenerte.
A la suerte de poder andar descalza por las dunas playeras de mí pueblo.
A la suerte de poder mirar por la ventana a través de este cristal
y saber que la mayoría de riesgos en mi vida escogí agarrarlos yo.
Gracias a la suerte de poder ver como la luz y mis persianas juegan por las mañanas
y me regalan el reflejo del agua en el techo de mi habitación.
Mi lágrima da gracias a la suerte de vivir a diez minutos de una estación.
En esa estación hay un tren que pasa cada diez minutos
y que conduce una señora o un señor que me lleva a Barcelona
y hasta a veces en ese tren hay un músico que me alegra el viaje.
Gracias a la suerte de mi puto privilegio.
Y gracias también a mi privilegio que hace que sea consciente de mis desventajas y mis derechos.
Gracias A la suerte de poder permitirme escribir durante un mes sin tener que trabajar.
Y aún así, a veces, me quejo.
Ya acabo porqué no terminaría nunca.
Gracias a la suerte de poder respirar entre sonidos de pájaros,
de poder quemarme bajo un sol alucinante,
de poder congelar los momentos que desee,
de haber podido escoger estar aquí hoy.
Y gracias también a quien me ha enseñado a ser consciente de mi suerte.